¿Cómo es la experiencia del actual alumno de tropa respecto a su primer contacto con los soldados veteranos?
Los aspirantes actuales tienen poco contacto con los soldados profesionales destinados en su misma academia o coincidentes en su misma Base, y el que tienen suele ser respetuoso (aunque siempre pueda existir una ínfima proporción de hijoputez aislada) y en la mayoría de los casos de total compañerismo y guía en aspectos que puedan ser de utilidad para el novato. De hecho, los veteranos ni siquiera sienten el deseo de llamarnos "pollos" o "pelones"; apelativos que curiosamente se lo autoimponen los aspirantes cuando hablan entre ellos ya sea presencialmente o por internet, como algo pintoresco que les supone curiosidad y nerviosismo ante la nueva etapa que se inicia en sus vidas.
No confundamos a la tropa profesional ajena a la actividad docente, con la tropa auxiliar de los mandos instructores y por lo tanto en servicio también para instruir a los alumnos; no estoy hablando del cabo o cabo 1º que te da IOC o deporte junto al suboficial y oficial.
Pero hubo un tiempo en el que todos los componentes de tropa no lo eran por el mismo interés, digamos vocacional o laboral como parámetros que utilizaríamos actualmente; en el pasado se juntaban personas a los que la vida militar les encantaba, otros que ni fu ni fa, y otros a los que les venía muy pero que muy grande, y como resultado de toda esta mezcolanza se producían ciertos usos y costumbres que hoy analizaremos desde la distancia.
Viendo la fotografía anterior, imaginad a una tropa que por reemplazos de dos en dos meses (6 reemplazos por año, sí, ya sé que soy genial con las matemáticas) tenía como interés principal el contar los días que le quedaban para terminar su Servicio Militar Obligatorio, es decir, para "licenciarse" y obtener la ansiada cartilla militar que así lo certificaba, un documento que debía sellarse periódicamente en el cuartel de la Guardia Civil de su localidad durante el tiempo estipulado como "reservista" y cuya portada según el color ha sido denominada por los antiguos soldados como "la verde", "la gris" o "la blanca" (por ejemplo: "Me quedan 47 días para pillar la blanca"). Volviendo a la imagen, ved cómo un veterano encabeza la fila y sirve de guía a los reclutas que van a ser ubicados en sus respectivas camaretas, mientras que otros soldados (que lo mismo solo llevan dos meses de antigüedad y por lo tanto de diferencia con esos reclutas) miran a los recién llegados, y dichas miradas en la mayoría de los casos contienen una actitud burlesca, chulesca o incluso cosas peores según el caso.
Era normal, frecuente, que los veteranos dijesen a los reclutas frases como "¡Anda que no te queda na!", "Voy a dejarte 120 colacaos" (en referencia al colacao diario en los desayunos, por lo tanto significando que cuando el veterano se licenciara le quedarían 4 meses más al recluta para lograr eso mismo) y en el apartado más despectivo, llamarlos "¡Bichos!", "Pelones" o "Pollos"; siempre algún animal que los alejaba así de la humanidad, recibiendo los veteranos otros calificativos según su tiempo de servicio pero ahora sí con referencias humanas: "padraco" a partir de los 6 meses de servicio, "abuelo" a los 8 meses, "bisabuelo" o "bisa" a los 10, y "fantasma" en el último mes porque según decían ellos "Ya no me ves, soy una presencia del otro mundo".
Existían las bromas cuarteleras, especialmente "la petaca" en la cama que sumada a la premura con la que se acostaban los reclutas al toque de silencio y bajo la firme mirada del sargento, proporcionaba esperpénticos momentos. Y no faltaban los maliciosos que en lugar de ayudar al novato menos listo, lo confundía para que llamase cabo al sargento, asegurándole así a la víctima una visita a las cocinas para fregar bandejas y perolas. Tampoco faltaban los clásicos enchufados que rápidamente eran nombrados "furrier" y había que respetarlos más que a un inspector de hacienda, porque entre otras cosas se dedicaban a configurar el cuadrante de servicios para sus respectivas compañías (escuadrones, baterías o escuadrillas) que son los de imaginaria, cuartelero, retén (con limpieza de cantina), guardias especiales (por turnos de distintos acuartelamientos que llevaban personal a los hospitales militares, repetidores de telefónica, etc.) y las temidas guardias de seguridad en las que pasaban más sueño que una canasta llena de gatitos. En el cuerpo de guardia se cumplían a rajatabla los tres turnos del servicio: actividad o puesto, vela-armas y descanso; teniendo en cuenta que durante el día estaba prohibido tenderse en las camas del cuerpo de guardia y que el turno de velar armas consistía en sentarse en un banco mirando al mueble armero en el que se depositaban los fusiles de los soldados de guardia que no estaban de puesto. Las 24 horas se hacían larguísimas y con el calor veraniego mucho peor. Quedarse dormido en una guardia suponía como mínimo 15 días de arresto, la reincidencia haría cumplir el arresto en un calabozo junto al cuerpo de guardia, y otra reincidencia podría conducir al ingreso en un centro disciplinario militar al que la tropa denominaba "El castillo".
Antes no existía internet, ni redes sociales, ni telefonía móvil, ni foros como este en el que intentamos informar y ayudar en lo posible, que en mi caso lo hago recopilando historias y conocimientos de mi familia que comparto aquí con vosotros. Hoy día un aspirante antes de entrar en el CEFOR ya tiene una carga informativa importante, que básicamente lo prepara para algo que ya no es del todo desconocido; pero antiguamente la tradición oral podía desinformar más que informar, añadiendo o acrecentando ese temor a lo desconocido del cual los maliciosos se aprovechaban.
Por lo tanto, una de las cosas buenas de la actualidad (no es que abunden) es que el soldado profesional, a pesar de lo que algunos piensan, se incorpora a filas por vocación dado que ningún otro trabajo te exige tanto como ofrecer tu vida para salvar la de los demás, o al menos no lo exige con la misma retribución (p.ej. bomberos, policías, etc.), y por esa marcada vocación y profesionalidad se obtiene un compañerismo más sano que nos aleja de las burlas, desprecios y zancadillas de otras épocas.
Saludos cordiales, queridos bicharracos.